Se puede comer, incluso comer mucho, sin por ello estar bien nutrido. Veamos tu situación con este pequeño cuestionario.
1. Consumo leche o productos lácteos:
A. Nunca o alguna vez a la semana. B. Cada día, con el café. C. Más de dos veces al día.
2. A lo largo de la semana, consumo:
A. Casi ninguna proteína de origen animal (huevo, pescado, carne). B. Más carne y huevos que pescado. C. Más pescado que huevos y carne.
3. Consumo legumbres:
A. Pocas veces al mes. B. Una vez a la semana. C. Más de una vez a la semana.
4. Consumo verduras y ensaladas:
A. Pocas veces a la semana. B. Una vez al día. C. Dos veces al día.
5. Consumo frutas:
A. Pocas veces a la semana. B. Dos veces al día (una de ellas en forma de zumo). C. Tres veces al día.
6. Consumo patatas y cereales:
A. Pocas veces a la semana. B. Una vez al día. C. Dos veces al día.
7. Por lo que respecta al pan:
A. No suelo comerlo. B. Tomo dos rebanadas al día. C. Tomo pan en todas las comidas.
8. Consumo bollos o productos de pastelería:
A. A diario. B. Dos o tres veces a la semana. C. Una vez a la semana.
9. Consumo refrescos:
A. En las comidas. B. Una vez al día. C. Alguna vez a la semana.
10. Por lo que respecta a la sal:
A. Suelo salar los platos incluso antes de probarlos. B. Evito añadir sal a los platos. C. Cuando cocino pruebo los platos y, si es necesario, añado sal.
Si tus respuestas mayoritarias son de tipo A, tus hábitos alimentarios no son los más recomendables, lo que puede afectar negativamente a tu salud. En el caso de que las opciones de tipo B hayan sido las más elegidas, sigues una alimentación aceptable aunque mejorable. Finalmente, si tus respuestas predominantes son de tipo C ¡Enhorabuena! Tu dieta se asemeja mucho a la beneficiosa dieta mediterránea.