Una siesta de 30 minutos un mínimo de tres veces por semana reduce el riesgo de sufrir un accidente cardiovascular hasta un 64%. Tras las comidas, se produce un efecto llamado «efecto postpandrial»: durante la digestión, el flujo sanguíneo disminuye en el sistema nervioso y aumenta en el digestivo. Cuando se hace la digestión, el corazón trabaja más, puesto que impulsa el proceso digestivo. Por ello, si relajamos el cuerpo y lo sometemos al mínimo esfuerzo, facilitamos su labor y lo «quemamos» menos.

Además, el descanso a mitad de la jornada reduce el estrés cardiaco y disminuye la presión arterial. Esta práctica es especialmente recomendable para las personas que tienen alguna afección cardiaca, ya que les ayudará a recobrar energías.

¿Por qué en verano apetece más?

Las altas temperaturas contribuyen a adormecernos debido a la vasodilatación periférica que se produce, a lo que se añade que estamos haciendo digestión, con la consecuentemente somnolencia que de por sí provoca.

 

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